Hace unos días se han hecho públicas las candidaturas de los partidos políticos a las elecciones del 22 de mayo y he podido comprobar, con satisfacción, que el partido SAIn se presenta tanto al Parlamento de Navarra como al Ayuntamiento de Pamplona.
Durante muchos años o no he votado o, si lo he hecho, ha sido con muy escasa convicción ya que ninguno de los programas políticos se adaptaba por completo a mis principios éticos. Si a eso se añade la corrupción política, los tejemanejes postelectorales que son capaces de llevar a cabo los políticos por alcanzar o mantenerse en el poder, el incumplimiento de lo prometido en las campañas electorales y el casi nulo carisma de los distintos líderes fácilmente se comprenderá si digo que la política ha acabado por producirme cuando menos indiferencia, por no decir hastío. Sin embargo, últimamente, he tenido la oportunidad de conocer el programa político de un partido minoritario y hasta hace poco desconocido para mí, el partido SAIn, cuyos militantes se esfuerzan en darlo a conocer a los ciudadanos en nuestras calles.
El SAIn, partiendo de su propio nombre -Solidaridad y Autogestión Internacionalista- tiene entre sus objetivos trabajar en pos de la desaparición tanto del hambre como de la esclavitud infantil, el paro, la explotación laboral, la corrupción política y la especulación inmobiliaria. Propugna la solidaridad con los inmigrantes, con los países empobrecidos y entre las distintas regiones de España. Defiende la vida humana desde el mismo momento de la concepción hasta el de la muerte natural y promociona tanto la familia como la educación solidaria y autogestionaria. Y me digo yo ¿quién puede estar en desacuerdo con un programa político como éste? En un mundo totalmente deshumanizado en el que, por una parte, el 10% de la población acumula el 83% de la riqueza mundial mientras que, por otra, cada día mueren de hambre 100.000 personas, es nuestra obligación trabajar por una sociedad más justa y solidaria. Bienvenido sea el partido SAIn. Ojalá lo veamos pronto en las instituciones.
Miguel Sáenz Martínez