NECESITO escribir esta carta, no puedo callar y tampoco debo hacerlo. El día 20 de octubre le dicen a mi marido que lo despiden, (si hubiera sido porque le toca, ¡a callar!), pero el motivo según el jefe de personal es por "absentismo". Él me llama por teléfono y me cuenta el motivo, y le digo: ¿Por qué absentismo, Pedro?, le contesté. La repuesta me dejó helada: "Por cuando estuviste tú mala y mi padre también". No os puedo expresar cómo me quedé. Y yo os lo voy a contar: hace cuatro años muere mi hermana de cáncer de mama (38 años), a los cuatros meses justo me dicen que tengo lo mismo. No os cuento cómo me sentí porque yo no trabajo en BSH Esquíroz, y tal vez a muchos no os interese, (pero sí puedo contar por qué echan a mi marido de esta empresa). A él se le cambió la cara, se quedó mudo, sólo decía: ¿Cómo puede ser? ¿Por qué? Seguimos trabajando hasta el 8 de enero que me operaron (año 2008). Él se cogió la baja porque estaba mal no por mí, (le sentí llorar muchísimas noches, le veía el miedo en sus ojos, etcétera). En cada sesión de quimioterapia le observaba su cara, sus nervios, sus pucheros. ¿Es eso ansiedad? ¿Puede una persona ir a trabajar así? (...).
Si ha sido el jefe de personal, de producción o el médico: ¿tienen ustedes una varita para medir el sufrimiento? ¿Saben ustedes lo que mi marido pasó entonces? ¿Tenemos las personas derecho a sufrir? Si el motivo de despido de mi marido es esta baja (5 ó 6 meses), que me contesten por favor. ¿Qué habéis mirado? ¿Cómo se mide eso?
Pero lo mismo me duele la actuación de ciertos sindicatos, a ellos les pregunto: ¿sabéis lo que habéis hecho? ¿Habéis firmado que los trabajadores no tengan derecho a sufrir? ¿O es que el sufrimiento vale más si estás afiliado o no? No entiendo nada. ¿Y ustedes son los representantes de los trabajadores? ¿Ustedes? (...).
¿Soy yo culpable de haber tenido cáncer? ¿Y del sufrimiento de mi marido? ¿Me estáis diciendo esto de manera indirecta? (...).
¡Ah...! Habrá que sancionar a la doctora de la Mutua, a la inspectora de la SS, (la cual le dijo a mi marido que se le veía que estaba mal y que las bajas eran para cuando uno está mal). Habrá que buscarla para decirle que la cosa ha cambiado que ahora las bajas no valen todas igual.
¡Ah...! Mi tratamiento duró 18 meses. Durante un año mi marido salió cada 21 días para acompañarme a una nueva sesión de quimioterapia, (2 ó 3 horas cada 21 días), pero cada hora se la descontaron de su sueldo. ¿Hace eso una persona a la que no le importa su trabajo? ¿Si fuera una persona cuentista no habría aprovechado para estar de baja? ¿Cuántos conocéis que hacen eso? Todo esto me parece mentira. ¿Qué injusticia habéis hecho? (...).
Y mi carta va dirigida a los representantes de la empresa, a los de los sindicatos, al médico y a los que habéis cometido esta injusticia. Por si alguien se siente mal, y se da por aludido, soy Ana Fernández. El que quiera decirme algo que me llame, que yo gustosamente voy a una asamblea a dar la cara a puertas abiertas. No estoy sindicada, y llevo toda la vida trabajando. Con esta injusticia me habéis hecho sentirme débil, pero no, yo soy fuerte y voy con la cabeza alta porque yo he pasado cáncer, pero no he traicionado a nadie.
A mi marido no le echan por absentismo… ¡ya sabéis por qué le echan! Y ahora el que quiera decir algo que lo diga. El que quiera reír que ría. El que quiera pensar que piense. Yo me he quedado medio tranquila.
Posdata: Sé que siempre hay alguien mejor, pero también sé que también hay alguien peor.
Ana Fernández Arjona