Por Gabriel Reina, especialista en Microbiología de la Clinica Universitaria
El virus Ébola es un agente transmisible que pertenece al grupo de los filovirus y provoca una enfermedad en el hombre con una mortalidad superior al 50%.
Los síntomas que caracterizan a la enfermedad por virus Ébola (EVE) son fiebre, dolor de cabeza, malestar general, y, en estadíos más avanzados, vómitos y diarrea. Los pacientes que presentan mayor mortalidad por la infección suelen ser mayores de 45 años que sufren complicaciones respiratorias o hemorrágicas.
Hasta la fecha los brotes del virus descritos desde 1976, en que se describió por primera vez, han estado restringidos a zonas rurales de África Central. En el año 2014 han surgido paralelamente dos brotes por Ébola: uno que está causando miles de casos y de muertes en África Occidental, afectando fundamentalmente a tres países (Guinea-Conakry, Sierra Leona y Liberia); y otro brote de menor magnitud en la República Democrática del Congo. Además, han surgido algunos casos de EVE en países limítrofes o en países alejados (como Nigeria, EEUU o España) como consecuencia de la transmisión a partir de personas que procedían de África Occidental. La Organización Mundial de la Salud ha recogido en la figura siguiente la magnitud y mortalidad de los casos por EVE en África durante 2014.
La transmisión del virus se produce por contacto directo de una persona con fluidos y secreciones del paciente enfermo. La transmisión es particularmente importante cuando la cantidad de virus es elevada en esas secreciones, hecho que tiene lugar en la fase avanzada de la enfermedad o en el fallecimiento, ya que el contacto con los cadáveres ha sido la fuente de transmisión de numerosos casos. Por ello, el contacto con estos pacientes enfermos y con los cadáveres se debe realizar bajo estrictas normas de bioseguridad para evitar el contagio. De igual manera, los enterramientos se deben realizar adecuadamente para que no haya transmisión del virus a los trabajadores o al resto de la población.
El aislamiento de los pacientes y respetar una cuarentena de 21 días en las personas que han tenido contacto con casos confirmados por EVE es esencial para prevenir futuras infecciones por Ébola, ya que hasta la fecha no hay un tratamiento o vacuna efectiva, aunque se están investigando diferentes opciones que permitan obtener fármacos activos frente al virus o preparados que permitan crear defensas en la población susceptible.
De todas formas, siendo el virus Ébola un agente transmisible, está muy lejos tener la alta capacidad de contagio que muestran otros microorganismos causantes de infecciones como el sarampión, la tos ferina o las paperas. Las investigaciones apuntan al murciélago comedor de fruta como probable reservorio del virus, es decir, como el nicho donde el virus podría pervivir y transmitirse, para pasar raramente a infectar otros organismos vivos como primates o humanos.
Por último, a pesar de la mortalidad que muestra la EVE, el número de muertes originadas por este virus en los países más afectados por la infección (Guinea, Sierra Leona y Liberia) es muy inferior a las muertes causadas por otros agentes infecciosos como el VIH, la malaria o los virus gastrointestinales. Por ello, se debe seguir prestando gran atención a los problemas fundamentales de la población de estos países, para seguir actuando sobre otros patógenos distintos del Ébola. La difusión y repercusión del virus es particularmente importante en esos países porque el sistema sanitario es poco robusto, como demuestran cifras relativas al gasto sanitario o número de médicos por habitantes, diez veces inferior a los números de países desarrollados como Estados Unidos o España.
Enlaces de interés: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs103/es/ https://www.msssi.gob.es/profesionales/saludPublica/ccayes/alertasActual/ebola/infProfesionales.htm http://www.cdc.gov/vhf/ebola/ http://www.economist.com/blogs/graphicdetail/2014/11/ebola-graphics http://www.nytimes.com/interactive/2014/07/31/world/africa/ebola-virus-outbreak-qa.html?_r=0