Coinciden los más sagaces economistas en que la primera medida de reforma económica tanto en España como en el resto de Europa debe ser el saneamiento del sistema financiero. Allí donde comenzó la crisis allí debe comenzar el remedio. La Comisión Europea ha diseñado ya algunas de las correcciones del mismo sistema, incluidas las sanciones de quienes infrinjan las nuevas normas, que necesitan todavía un amplio consenso, lo que se antoja complicado. Pues todo será inútil o, al menos, mucho menos útil, si a la moneda única no se le completa y protege en la Unión con una política económica única, incluida una adecuada política fiscal. De todos modos, hasta ahora los señores financieros, al menos en España, parecen ajenos a cualquier responsabilidad. Si rarísimo es, como se dice desde hace muchos años entre nosotros, ver a un banquero en la cárcel, tan raro sigue siendo que los responsables de los disparates, desmesuras y hasta infracciones cometidos en los bancos y en las cajas de ahorro, se vayan de rositas, con muy contadas excepciones, y sólo queden en la memoria colectiva los nombres de los políticos que quebrantaron o desbordaron la ley. Ahora mismo, cuando en Navarra todo el mundo habla del escándalo de las muchas y abultadas comisiones cobradas, los últimos años, por los politicos en varias empresas públicas, pero sobre todo en la Caja Navarra-Banca Cívica, nadie menta siquiera los nombres de los directivos de esa Caja y de esas empresas. Donde hay unos seducidos o abducidos, ¿no hay siquiera un seductor o un abductor? Donde hay una corrupción o corruptela -por blancas que se llamen- ¿sólo los que cobran son corruptos? ¿No los que pagan?
V.M. Arbeloa