Por el nombre, los CIVIVOX, podrían parecer la voz de los ciudadanos, de la gente de la calle, del pueblo… Una voz al servicio de las asociaciones, de la promoción cultural… De todo eso presumen.
El problema llega cuando los intereses de los ciudadanos chocan con otros intereses económicos. Éste es el caso de una pequeña asociación, de un grupo de amigos dispuestos a fomentar la reflexión y el diálogo a través del cine. Se juntan a ver y comentar una película al mes en uno de estos CIVIVOX. Entrada gratuita, ningún fin lucrativo… Hasta que desde el propio CIVIVOX les dicen que o pagan unas tasas, o dejan de hacer su actividad. ¡Están violando los derechos de autor!
Y es que la SGAE se hace omnipresente, omnipotente, y llega hasta los sitios más recónditos… Así que… ¡CUIDADO! Si os juntáis 5 amigos a ver una película que no se entere nadie… Hacedlo en secreto, y por supuesto ni soñar en hacerlo en un CIVIVOX, que aunque el Ayuntamiento diga que es un espacio para ser voz de los ciudadanos, allí, la voz cantante, también la lleva la SGAE.