Viernes
Si usted presencia algo parecido, ¿qué haría? Yo me alarmé. ¿Será un delincuente peligroso, o el mayor traficante de drogas del país, o incluso... un temible ladrón? Pues era un negro, ¡qué casualidad! En el coche parado en medio de la acera ya se veía brillar una lucecita azul; todo indicaba que podían ser “agentes de la autoridad”. Desde lejos, y según me acercaba al lugar, pude ver como uno de los posibles agentes agarraba al negro (persona humana) sin detenerse a pedirle documentación ni mediar palabra. Después de conversar con el mencionado vecino lo que estábamos viendo y cuando el “delincuente” ya estaba en el coche, me acerqué a preguntar: “¿cuál fue su delito?”. “A usted no le importa” expresó uno. “Vende CDs”. “E incumple dos leyes: una, la ley de propiedad intelectual, y la otra, que es ilegal porque no tiene papeles”, quiso explicar el otro. Uno de los agentes se permitió añadir el juicio, que yo no pedí, de que “vienen a quitar el trabajo a los españoles”. Yo no puedo interesarme por el inmigrante (persona humana), pero él si puede dar su opinión personal.
Ya después de llevarse detenido al inmigrante, los agentes (que están para garantizar nuestra “seguridad”) volvieron a buscarme para denunciarme por recriminarles su actuación. Literalmente en la denuncia escriben: “desobedecer los mandatos de los agentes de la autoridad y alterar la seguridad colectiva”. ¿Te pueden multar por preguntar? ¿Altera la seguridad colectiva interesarnos por otra persona que tiene problemas?
Si este país fuera democrático, se podría preguntar a “los agentes de la autoridad” por qué se persigue de esa manera a un inmigrante (persona humana) que trata de lograr el sustento de su familia. Se perseguiría la explotación laboral que padecen en nuestro país tantos trabajadores (sobre todo inmigrantes), se combatiría la legislación injusta que los encierra, los deporta... cuando no interesan al mercado.
Es hora de actuar. En España la ley persigue la solidaridad. Todo está montado para machacar a los empobrecidos. Y además pretenden que estemos calladitos para que puedan actuar con total impunidad. Después de que me cachearan y me denunciaran por preguntar, yo lo tengo claro: si te pones de parte del empobrecido, te multarán.
Si mi delito es alterar la seguridad colectiva por preguntar, seguiré preguntando y alterando el silencio cómplice ante las situaciones injustas. Como dijo Gandhi, “La ley de la mayoría no tiene nada que decir cuando toca hablar a la conciencia”
Samuel Valderrey